Así nos va… y sin solución
Envidia. Mezclada con rabia. Eso es lo que siento cuando observo la cultura automovilística de otros países. Y no porque aquí no tengamos motivos para tenerla, nada más lejos de la realidad. Somos el país de la inventiva, y hay innumerables muestras de ello. Grandes creadores han nacido entre nuestras fronteras.
Pero también somos el país en que uno de los lemas es “todo lo de fuera es bueno y lo nuestro no”. Tenemos la maldita manía de no valorar lo que tenemos. Hasta que un tiempo después de perderlo, nos echamos las manos a la cabeza. Y así nos va.
Tenemos la gran suerte de tener un amplio patrimonio automovilístico. Aunque ese amplio cada vez hace menos honor a su nombre, ya que no de un tiempo a esta parte está menguando de una forma, para mí, alarmante.
En la época de la dictadura de Franco las importaciones estaban cerradas. Pero había gente (más de los que se piensa) acaudalada que demandaba coches especiales, caros, potentes, lujosos, deportivos… Entraban pequeños cupos vía los salones del automóvil de Madrid y Barcelona. Y, debido a la limitación de estos cupos, no se traían Escarabajos… Hemos tenido la fortuna de tener surcando por nuestras carreteras a coches casi únicos (y únicos en unos cuantos casos), hasta prototipos, matriculados nuevos aquí. Y muchos han llegado a nuestros días, conservando su placa nacional. Y ahora muchos se están marchando.
Y he de recordar que esas maravillas SON PARTE DE NUESTRO PATRIMONIO.
¿Y si nos vamos unos cuantos años más atrás, hasta el inicio del Siglo XX? Empezaron a aparecer por nuestras “carreteras” los primeros automóviles. E increíblemente, por suerte han llegado a nuestros días unas cuantas unidades de estos primeros automóviles, muy escasos, y con su placa nacional. Evidentemente, muchos son famosos en el mundillo clásico nacional. En mi querida Galicia, imposible no nombrar el Renault matrícula PO-2, que por supuesto está en funcionamiento y acude a diversos eventos y concentraciones.
De Córdoba, por ejemplo, asombrosamente se conservan sus matrículas CO-1 y CO-2, siendo ambos dos De Dion Bouton.
Y así podría nombrar a unos cuantos.
Esto, queridos lectores, sabéis perfectamente que ES PARTE DE NUESTRO PATRIMONIO. Y el patrimonio jamás se debe dejar perder. PUES ESTÁ PASANDO. Nuestro patrimonio es eso, nuestro. Entonces, ¿por qué se permite que abandone nuestro país? ¿Acaso a alguien le entraría en la cabeza que un coleccionista, pongamos chino, comprase el Guernica y se lo llevase para su casita? ¿O que un ruso se llevase La Dama de Elche? No, ¿verdad? No puede pasar, es nuestro patrimonio y, como tal, está protegido. Aunque, bueno, con nuestro gobierno, si pasa eso, tampoco me extrañaría…
Entonces, ¿por qué se permite que nuestro patrimonio automovilístico abandone nuestro país? Y, además, ¿qué clase de aficionado es el dueño que vende su coche, su trozo de historia nacional, su patrimonio, para fuera de nuestras fronteras? ¿Qué clase de “aficionados” coleccionistas hay aquí, que no hacen más que traer coches de fuera mientras permiten que nuestro verdadero patrimonio se escape?
Si yo fuese el afortunado poseedor de una de esas unidades me costaría mucho deshacerme de él, sabiendo su importancia histórica. Pero si me deshiciese de él, lo que no haría sería venderlo para fuera. Sí, estas joyas se están pagando más en muchos países. Pero, ¿qué precio tiene nuestro patrimonio, nuestra historia? Lo siento pero yo, como gran aficionado practicante que me considero, prefiero vender por menos, pero que nuestro patrimonio siga siendo NUESTRO. Ya que ningún mandamás evita que se permitan vender para fuera…
Y todo mientras no paran de venir más y más vehículos clásicos extranjeros a nuestro país. Vehículos a los que se les asigna una nueva matrícula. Vehículos que no tienen historia aquí. ¿Acaso me parece mal eso? No, para nada. Pero que esto ocurra mientras los que sí tienen historia aquí, que han conservado su matrícula tantos y tantos años, nos abandonan, personalmente, ME TOCA LOS BEMOLES.
La primera foto de este artículo es el Renault Type G 8 HP de 1.902 matrícula M-182. Antes de nada, recordar que el registro de matrículas no se inició hasta la década de los ´10, y sin atender la antigüedad del vehículo que ya estaba rodando, por lo que hay vehículos más antiguos con placas posteriores a las de otros con menos años.
Este vehículo fue comprado nuevo por Salvador de Zulueta y Samá, II Marqués de Álava. Estuvo en manos de su familia hasta los años ´50. Por entonces fue vendido y su nuevo propietario lo restauró. Y así ha permanecido hasta hoy, con esa restauración de hace 60 años y habiendo tenido, en sus ya 113 años (que se dicen pronto), tan sólo dos propietarios. Increíble.
Fue uno de los primeros vehículos que participaron en España en un rallye de clásicos, como en un Madrid-Lisboa de los años ´60, siendo conducido por Nicolás Franco. Cuando abrió el Museo de la Automoción de Salamanca, allí estaba expuesto, en el primer pasillo. Posteriormente ha pasado a estar expuesto en el museo que la Fundación Race tiene en el circuito del Jarama, donde se le ha podido ver hasta hoy día. Pero ya no…
¿Por qué? Pues porque este jueves 5 de Febrero, estará en la subasta que Bonhams celebrará en el Grand Palais en París.
Así, vamos a perder a otra joya más, que se une al Panhard-Levassor 20 HP Centaure de 1.903 que adquiriera nuevo el Marqués de Ivanrey, el gran Ricardo Soriano, personaje muy importante en nuestro país y del que tendremos que hablar algún día. Lo conservó hasta su fallecimiento en 1.973. Dicho Panhard, matrícula M-18, se fue en 2.006 a Holanda.
O por ejemplo un rarísimo Clement de 1.903 matrícula M-95, que hace no mucho que también se fue… O un Delahaye de 1.905 matrícula B-20, que ahora está en Francia…
¿Queréis mi opinión sobre esto en una sola palabra? Deprimente.
Pero sí, sigamos dejando escapar nuestro patrimonio, nuestra historia.