De cómo si lo quieres, si lo deseas, entonces puedes

 

amantes de los coches

Hoy no comentaremos alguna noticia, alguna efeméride ni algo por el estilo. Esta vez os quisiéramos contar una historia, completamente real, de la que hemos sido afortunados partícipes. Una de esas historias “carbonillas” que, cuando tienes la suerte de vivirlas, te hacen amar aún más, si cabe, este mundo nuestro de olor a gasolina, a benzina.

Y no es una historia larga en el tiempo, ni de esas de “abuelo cebolleta”, pues todo ha sucedido en los últimos 2 – 3 meses. No ha sido larga, pero sí intensa. Os presento a los personajes principales: el que esto escribe, los restos de un 205 GTX, una señorita de cuyo nombre no quiero acordarme y un 205 GTI. Entre medias, unos cuantos actores secundarios.

El que desde aquí os escribe ya ha vivido unas cuantas historias de éstas; pero no por ello les pierde la pasión. Muy al contrario, vivo cada una como si fuera la primera, como aquel chavalín de 18 años que un sábado muy temprano cogió un tren para ir a buscar su preciado Simca 1200 TI… Pero ésta es otra historia, que en otro momento os contaré. Y también me apunto a un bombardeo si es necesario, sin pensarlo. ¿Para qué? Sé que lo voy a disfrutar.

Y no, no soy “el abuelo cebolleta”. Podéis ver en mi presentación que me acabo de estrenar en la edad de los treintay… Pero el ver en los bellos ojos de la otra protagonista de esta historia la ilusión por conseguir lo que quería, conseguir lo que se veía como un sueño, tornado a veces en desesperación, en creer que no sería posible, en volver a ilusionarse… me hizo verme a mi cuando quise conseguir sí o sí mi 1200 TI, sin pensar en sus consecuencias, sólo en la satisfacción de tenerlo, y querer tenerlo ya, fuese como fuese y en el estado que fuese. Y me volví a ilusionar de la misma forma (ilusión que nunca perdí) y me creí, digamos, apropiado para ayudarla y acompañarla en esta aventura.

Pero hemos nombrado a otros dos protagonistas, ¿verdad? Hemos nombrado los restos de un Peugeot 205 GTX. A día de hoy ya no existe, pero es el “culpable” de que tuviéramos la fortuna de conocer a la protagonista. Y el otro hemos dicho un 205 GTI, ¿verdad? Ése es el fin de esta historia, el sueño a conseguir.

Vamos a ir poniéndonos en situación. Pongámonos en el fin de semana del 27 y 28 de Septiembre del presente 2.014. En el bajo donde tenemos guardados nuestros coches, piezas, proyectos y demás chatarra diversa, reposaban desde hacía unos años un Peugeot 205 GTX, que con el tiempo se había ido transformando en “restos de”, después de haber ido donando buena parte de sus piezas a diferentes fines. El citado fin de semana, estando yo hurgando en el bajo, como de costumbre, apareció por allí un amigo chatarrilla también, de nombre Manuel, propietario de un bonito Autobianchi A112. Hablando, se fija en que los restos del GTX siguen allí, y me pregunta por ellos. Le comento que le queda nada ahí, pues en la semana siguiente se iban a ir para la chatarra, pues estaba recolocando un poco el bajo y necesitaba su sitio para el Simca 1200 TI que había ido a buscar a Zamora un par de semanas antes, y que algo pudisteis ver en nuestra página de Facebook. Además, hacía meses que había vendido mi 205 Rallye (snif…) y su mecánica Talbot ya estaba guardada, por lo que para nada lo necesitaba ya. Me dice que espere, que una amiga suya quiere restaurar un 205 GTI y que puede que le interesen cosas aún aprovechables.

Mis ojos se abren como platos. ¿He oído bien? ¿Ha dicho unA amigA queriendo restaurar un 205 GTI? Es algo tan rara avis que sólo acierto a pensar “a esa chica la quiero conocer, tengo obligación de conocerla”. Le digo que vale, pero que se tiene que apurar, pues el jueves 2 de Octubre es el día señalado para tirar con lo que queda de GTX… Me dice que no sabe si podrá, que es poco tiempo, que si le puede dar mi número para ponernos de acuerdo… No tengo problema en ello, así que le digo que por supuesto. Entonces lo típico, le da mi número, le comenta que tengo tal cosa que le puede interesar, me dice que ella me va a hablar, recibo un whatsapp de ella, le doy las indicaciones de dónde está y quedamos en que el martes día 30 de Septiembre se pasará a primera hora de la tarde.

Os hablaré con franqueza y sinceridad, nunca olvidaré ese día. Sobre la hora acordada se para frente a mi local un 206 azul conducido por una chica. Presupongo que es ella, y así es. Nos presentamos, comentamos algo, le enseño los restos del pobre GTX y enseguida ve un montón de cosas aún aprovechables. Cojo la caja de herramientas y en el rato que ella tiene antes de ir a trabajar le desmontamos algunas cosas, mientras hablamos y compruebo que tiene más pasión por el mundo de las cuatro ruedas de la que yo creía. Se lleva esas cosas y quedamos para el día siguiente a la misma hora. Pero por la mañana me escribe y me dice que no puede venir, que el jueves sí. Pero ¡oh, problema! el jueves era el día señalado para tirar con el GTX. Me pide si le puedo entonces quitar yo algunas cosas, pero que si no es posible, no pasa nada. Así que el miércoles me pongo a desmontarle todo lo que puedo. Cuando ella vino el jueves he de reconocer que se sorprendió. Como ella es tan carbonilla como yo (que ya es decir…), vemos los coches que en Olor a Benzina tenemos guardados, le comento historias, curiosidades particulares de cada uno… Me he dado cuenta que estoy conociendo a alguien que no quiero dejar de conocer.

Creía que ya tenía un GTI en su poder, pero resulta que no, que aún lo está buscando. Pero sin embargo ya está recopilando piezas. Por si acaso… Y me inmiscuyo en la búsqueda y localización de su objetivo, un Peugeot 205 GTI blanco. Cuando nuestra protagonista nació el 205 GTI estaba llegando al final de su vida comercial, pero ya era un mito. Como tantos otros pequeños utilitarios deportivos de su época, para una generación se convirtieron en joyas preciadas. Los ´80 fueron una época en que coches de este tipo aparecieron por doquier. Pequeños matagigantes que, gracias a sus motores suficientemente potentes (bastante para la época) y a su ligereza, brindaban unas prestaciones que hacían palidecer a muchos coches más grandes y potentes. Con muchos menos caballos, pueden con sus teóricos sucesores de hoy día. Y, lo más importante, brindaban unas sensaciones de conducción prácticamente inigualables. Y en eso sí que ganan por goleada a sus supuestos sucesores, en que entre ponerse a sus mandos y sentarse en el frigorífico de casa no se aprecia diferencia. Coches como el citado 205 GTI, el 205 Rallye, el Fiat Uno Turbo, el Supercinco GT Turbo, el Suzuki Swift GTI… y tantos otros.

Volviendo a lo que nos ocupa. Esta chica llevaba casi dos meses buscando un 205 GTI. Blanco. ¿Por qué blanco? Porque sí, porque es como más le gusta. ¿Por qué un 205 GTI? Porque su planta le encanta, esa pinta “potente y chulesca” con sus aletines y sus grandes ruedas destila deportividad y sensaciones; por todo lo que tenía oído y leído sobre él le habían creado una imagen en su cabeza que tenía por titular “lo quiero”. Pero blanco no es el más fácil de conseguir. Y lo peor, sus precios han empezado a subir como la espuma. Con su presupuesto, sabíamos ambos de sobra que no se iba a localizar un ejemplar en excelente estado. Tan sólo se quería uno que estuviese sano y funcionase bien. Interior, detalles… todo eso se podría ir haciendo con el tiempo. En ese tiempo antes de conocerla y que ella ya había estado buscando, ya había desestimado un montón de opciones. O aparecían cosas caras o chatarra. Cuando parecía que encontraba uno decente a un precio razonable, llamaba y ya estaba vendido. En la semana que os relato, la del 6 de Octubre, lo mismo, aparecen opciones razonables pero, o están vendidas o, una vez vistas más fotos, están mucho peor de lo que aparentaban.

El jueves, sin embargo, llega el soplo de que hay uno a la venta, para restaurar, en Cambre, Coruña. No es blanco, pero es barato. Y esa persona tiene otro más y demás piezas. Así que el domingo 12 de Octubre nos vamos hasta allí. No me voy a explayar mucho en lo que pasó ese día. Digamos simplemente que uno no era lo que esta chica buscaba y el otro era… chatarra. Ni más ni menos. Yo, el que os escribe, de estas cosas ya está curado de espanto. Pero la protagonista no, y empieza a desesperarse. Como dije, el menda ya está curado de espanto de estas cosas y hago lo posible por animarla y levantarle la moral. En estos casos, venirse abajo es lo último. Y precipitarse, peor. Y esto os lo digo por pura y dura experiencia.

Empieza otra semana. La semana de mis treintay. Y a mediados de semana aparece un anuncio de un 205 GTI… blanco… en aparente buen estado original… y razonable de precio. ¿Es esto real? Venga, va, a ver, ¿dónde está el truco? Nos falta tiempo para llamar y nos comentan que funciona bien, que está sano, que salvo un par de detalles (volante y escape) está original, pero que tiene un porrón de quilómetros y que el interior está para restaurar. Pero el precio es razonable, está dentro del presupuesto de nuestra protagonista… y está a casi 650 km (os recordamos que estamos en Ourense), concretamente en Almendralejo. Pero la protagonista quiere este coche… y lo quiere ya. Estamos a miércoles por la tarde y valora ir a buscarlo el sábado…

Jeep Grand Cherokee

Empieza entonces la planificación de la aventura. Comoquiera que queremos aprovechar para traer además otro coche de Salamanca (éste fuera de uso), empieza la búsqueda de una plataforma para todo el fin de semana. Coche con gancho tenemos, nuestro Jeep Grand Cherokee. Y gente con plataforma conocemos. Pero ya se sabe, basta que necesites algo para que no lo encuentres. Y todas las que conocemos están ocupadas este fin de semana. Se valora coger una de alquiler pero, o se pasan de precio, o de peso. Hasta que aparece una oportunidad, nos realquilan una, pero sólo tenemos 24 horas… Y tendríamos que recogerla en Porriño, es decir, a casi 100 km en el sentido contrario al de nuestro viaje. La protagonista me lo comenta y, sin dudarlo un momento, le digo que sí, que por supuesto que me apunto. El tema se pone, para mi, cada vez más atrayente. Y con cada nuevo contratiempo, más me atrae.

Llega el viernes 17 de Octubre y, a eso de las 8 de la mañana, como cada día de semana, suena el despertador. Un viernes como otro cualquiera, si no fuera por la aventura que nos espera a la noche. Horarios planificados con margen, a última hora de la tarde preparar algo de ropa por si acaso, coche listo y moral por las nubes. Me esperan más de 24 horas de un rápido y atrayente viaje carbonilla en inmejorable compañía. Así que a las 11 de la noche empieza el viaje camino de Porriño a buscar la plataforma. A las 12 y media de la noche, plataforma enganchada, todo listo para partir. Una parada en A Cañiza para cenar algo y primer café. No me gusta el café solo. Éste será el primero de unos cuantos… 1 y media de la madrugada, A-52, tiembla, allá vamos.

Jeep Grand Cherokee 2

A la altura de Mombuey, sobre las 3 y media, una parada y nuevo café… Mi compañera me dice si quiere que coja el coche. Estamos muy cerca de coger la salida a la carretera nacional que nos llevará a Zamora. Carretera rápida que me conozco muy bien y me gusta, así que, debido a ello, decido seguir yo hasta Zamora. ¿Problema de esta carretera? Los animales. De noche no hay prácticamente ni un coche, se puede hacer una media alta tranquilamente… si no fuera por el constante pensamiento de que, en cualquier momento, puede aparecer un corzo, un jabalí o un ciervo y decir adiós a nuestro viaje… y al Jeep. Algo muy habitual en esta carretera. Voy muy ágil, como dije conozco muy bien la carretera, pero completamente alerta con ese pensamiento todo el rato en mi cabeza. La protagonista duerme (dormita) en el asiento del acompañante. Mucha niebla, por ratos cerrada. Un animalito aparece en medio de la carretera, un conejo. Apunto para pasar justo por encima suya y pienso “por favor, conejito, no te muevas”. Nada noto bajo las ruedas, así que respiro tranquilo porque el pequeño no se ha movido.

Mientras pienso eso, de repente, en medio de la niebla, un ave en medio de la carretera aparece de golpe. Levanta el vuelo, yo clavo los frenos y mi acompañante, que dormitaba tranquilamente, se despierta de golpe. Pero el golpe con el morro del Jeep es inevitable. Dicho golpe la manda de rebote contra el cristal en que veo, en primer plano, que dicho ave era un águila, que sale rebotada por encima del Jeep. Visto lo visto, por el pobre águila creo que poco podía hacer, así que bajo del coche por si había roto el faro o la rejilla. Nada… salvo “restos del incidente”. Sólo acierto a pensar “bueno, dentro de lo malo, mejor esto que un ciervo, que sería lo habitual”.

Pasamos Zamora y el volante cambia de manos. A la altura de Salamanca decidimos repostar. Son sobre las 5 de la madrugada y sin saber dónde hacerlo. Entramos en Salamanca y, casi más perdidos que un pulpo en un garaje, por fin vemos un taxi en una parada y preguntamos. Nos indica, llegamos a una gasolinera en el centro de la ciudad… en la que casi no se da maniobrado con la plataforma para entrar.

Cerca de Plasencia el volante vuelve a mis manos. Un poco más de café y seguimos… Pasamos Cáceres y el horizonte nos indica que el amanecer está cerca, muy cerca. Y así va ocurriendo poco a poco, con una imagen del horizonte realmente bella. Hola Mérida y hola desayuno.

Grand Cheroki con plataforma

Son las 8:45. Hola Almendralejo, nuestro destino. El GPS nos indica la dirección exacta y, nada más llegar, vemos aparcado entre otros coches el objetivo principal de esta aventura. Sale su dueño, un chico jovencito. Vemos el coche, constatamos una vez más que las fotos siempre mejoran el aspecto… El que aquí os escribe ya está acostumbrado y lo tiene más que sabido. Mi acompañante no. En cualquier caso, no hay que desanimarse. Hay detalles que no se nos habían dicho, pero bueno, aún falta probarlo y negociar. ¿Lo siguiente? Sí, probarlo, tanto mi acompañante (su futura dueña), como yo.

Y lo peor, pero muchas veces lo más bonito e interesante. Negociar. Había un precio anunciado y se habló por teléfono de un precio mínimo. Y hay detalles que no se nos dijeron. El dueño del coche “trae refuerzos”. Yo me pongo serio. Y una cosa muy importante, el dinero en la mano. Pesa. Y mucho. Le di mi oferta en un sobre, sin decírsela. Una vez contado, no la acepta. Pero el dinero sigue en su mano y yo no lo quiero. Y el dinero, en las manos del que vende, pesa. Tras un tira y afloja largo, con una propina a mayores y argumentos más que convincentes, el coche está en la plataforma.

Peugeot 205 GTI

Se nos hizo un poco más tarde de lo que esperábamos, pero el objetivo está conseguido. Siguiente destino, de nuevo Salamanca, para coger un coche-proyecto para un compañero nuestro. El buen tiempo y el tráfico fluido ayudan a hacer una muy buena media. Mérida, Cáceres, Plasencia, Guijuelo… Salamanca. Y hora de comer cerca.

205 GTI nuevo

Tras la comida, quedamos con el dueño del coche que venimos a buscar y negociar en nombre de un compañero. Lo vemos… y se nos vuelve a echar el tiempo encima, pues esta persona tiene más coches guardados y, hablando de hierros, el tiempo pasa volando. 205 GTI fuera de la plataforma, el resto del viaje lo hará con sus medios, y el 133 que veníamos a buscar, subido y sujeto. Y volando nos vamos a Zamora, a una rápida visita a casa de unos amigos, con quienes nos tomamos un refresco, nos reímos abundantemente y nos comemos más tiempo.

frontal 205 GTI

La luz empieza a bajar y nosotros estamos de vuelta en la carretera. No hemos cenado, llevamos unas cuantas horas sin dormir y el café se vuelve a hacer necesario. Once y media de la noche, hola Ourense. “Sólo” tenemos que bajar el 133 (que lleva 12 años parado y está frenado) en nuestro bajo, cansados, devolver la plataforma de nuevo a Porriño y volver a casa. Fácil, ¿no? Si no fuera porque esta vez, por coches aparcados al lado, no podemos entrar bien marcha atrás con la plataforma dentro, queda esquinada, mientras empujamos el 133 para bajarlo se sale de las rampas… Estamos agotados y tenemos que volver a subirlo… Después de una hora de trabajo, reposa en nuestro bajo y nosotros vamos a devolver la plataforma.

Tres y media de la madrugada del sábado al domingo. Me meto en mi cama. Llevo despierto desde las ocho de la mañana del viernes. Y con toda esta aventura por el medio… ¿Cansado? Sí. ¿Sueño? Increíblemente, no. ¿Satisfecho? De ser partícipe de una aventura de estas, siempre.

205 gti

¿Y el resto de los protagonistas? Pues los restos del 205 GTX, como ya os dije, ya no existen. Pero sí parte de sus órganos en otros coches. El 205 GTI, con una nueva vida, en un nuevo lugar y con un nuevo dueño (dueña) que quiere irle devolviendo poco a poco el aspecto que algún día, hace años, tuvo. Y nuestra acompañante en este viaje, contenta, feliz, de tener su primer clásico, de haber conseguido su sueño. Porque si lo quieres, si lo deseas, puedes.

Y eso último va dedicado especialmente para que cada aficionado a nuestros queridos cacharretes se lo aplique. Y si alguna vez ya os lo habéis aplicado, como yo, felicidades.

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